Los média (prensa, radio y Tv) y las redes sociales hablan de revolución y de combates por la libertad y la democracia. Nada más erróneo. Analistas más avezados sostienen que más bien se trata de una conjura que se cierne sobre Túnez, Egipto, Yemen, Bahrein, Marruecos, Argelia, Libia, Jordania y Siria, destinada a aislar a Israel e intimidar a la Unión Europea (UE) y a los reyes y emires de la Arabia petrolera con la finalidad de instaurar un nuevo orden islámico radical en la región.
Para el islamismo extremista yihadista se trata poco menos que de una guerra santa contra Occidente y contra aquellos gobiernos árabes que apoyan a EEUU y aceptan el statu quo con Israel. Para el yihadismo, los reyes de Marruecos, Arabia Saudí, Jordania, Bahrein y demás emires del Golfo Pérsico están vendidos a EEUU, mientras los regímenes republicanos y laicos de Túnez, Egipto, Argelia, Libia, Siria y Yemen son ateos, herejes y traidores al islam, además de corruptos (el extremismo musulmán manda ya en Líbano y Palestina, a través de Hizbulá y Hamás, organizaciones apoyadas por Ahmadineyad y Bin Laden. El poder de la organización laica Al Fatah es cada vez menos relevante). Razón tiene el sociólogo francés Alain Touraine cuando afirma que las actuales revueltas del mundo árabe constituyen el final de la política diseñada para la región en tiempos de la Guerra Fría (1945-1990).
Para las masas insurrectas, el tunecino Ben Alí y el egipcio Mubarak no eran simples dictadores (que lo eran), sino políticos ateos vendidos a Occidente, enemigos del islam. Quien suponga que después de Mubarak vendrá la democracia representativa y parlamentaria, al modo occidental, está soñando. Lo más seguro es que, una vez desactivadas sus FFAA, se instalen regímenes teocráticos como el iraní de los ayatolás. Según Bin Laden, el objetivo final del islamismo extremista, representado por Al Qaeda (La Red), es la reconquista de Granada (España) y la ocupación de Europa. Varios intelectuales ya lo advirtieron. Samuel Huntington y su choque de civilizaciones y Oriana Fallaci y su rabia y orgullo, por ejemplo. Según la periodista italiana, Europa (“Eurabia”) capituló por su dependencia energética y por consentir la inmigración islámica masiva e incontrolada.
Todo esto sucede ante el desconcierto de la administración Obama y la inoperancia de la Unión Europea, desarmada y desmoralizada, dependiente del petróleo y del gas de los países árabes, desprovista de una política exterior homogénea, sin unas FFAA unificadas bajo un solo mando y, encima, golpeada por la crisis financiera mundial.
Escritor
Pedro Shimose
Fuente: laprensa.com.bo
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